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domingo, 30 de junio de 2013

"Sin tregua"


David Ayer dirigió en 2008 una película titulada “Dueños de la calle”. Su argumento iba en la línea de la película de Fuqua de 2001 “Training day” y trataba sobre la vida de un policía antidroga de Los Angeles y la corrupción del Departamento al que pertenece. El director, sin llegar a la calidad de la cinta en la que Denzel Washington ganó un oscar en el año 2001, nos ofrecía una solvente trama protagonizada por el irregular Keanu Reeves. 

El año pasado se estrenó “Sin tregua”, la última película de David Ayer, protagonizada por Jake Gyllenhaal y Michael Peña. El director nos vuelve a situar en Los Angeles, en los barrios más conflictivos de una ciudad llena de bandas y guerras raciales, en las que los hispanos-mejicanos y los afro-americanos se matan entre sí para dominar las calles y el tráfico de droga. Y en medio, se encuentra la policía. Precisamente, nuestros protagonistas, encarnan a una pareja de patrulleros de la policía de L.A. La película nos invita a viajar en el día a día de estos personajes y de la comisaría de policía a la que pertenecen, los problemas diarios a los que se enfrentan, sus patrullas por los suburbios de la ciudad, las relaciones personales a las que se enfrentan y su desarrollo como personas en el cuerpo de policía y fuera de él. Por supuesto la trama encuentra su cénit cuando descubren un gran alijo de droga y pasan de ser meros agentes de servicio a objetivos de los narcos. Sin embargo antes de llegar a este momento, el director se ha preocupado de que enfaticemos con unos jóvenes que cumplen y hacen cumplir la ley de manera cotidiana y cuyo objetivo es servir de muro de contención entre la sociedad y la delincuencia de una ciudad llena de bandas y armas. 
Esta película fluye en la dirección de anteriores trabajos en los que la policía de Estados Unidos centra el protagonismo. No solo como cuerpo policial sino como hermandad y familia, creando entre los miembros de la policía una relación de sangre que los une frente al exterior, como únicos defensores de la ley en la sociedad. Tiene un paralelismo con películas tan excepcionales como “Colors” dirigida por Dennis Hooper o “La noche es nuestra” de James Gray. En todas ellas la policía se presenta como la protagonista fiel y hermanada que lucha en las calles contra la delincuencia de las bandas, cárteles y mafias que asolan las calles de Estados Unidos. Los dos protagonistas de la película que hoy reseño, realizan un trabajo estupendo, describiéndonos la vida y el trabajo de sus personajes de manera muy realista y hasta natural, haciéndonos más que creíbles las situaciones que se les presentan a diario. En muchas ocasiones nos trasladan muy claramente la tensión de la inseguridad de las calles y la peligrosidad de la delincuencia armada que abunda en los suburbios que patrullan. Sin duda el director quiere con esta cinta homenajear la labor y el día a día de los policías anónimos que patrullan las calles. Policías a los que sus familias esperan todas las noches sin saber si recibirán una llamada  anunciándoles lo peor. 
El director, pretende además, con la utilización en algunos tramos de la película de cámara en mano, acercarnos más a la tensión que sufren los policías en sus intervenciones. Este es un arma de doble filo, ya que si bien nos acerca más a la visión del protagonista y a los hechos, desde la primera persona del actor, también produce cierta inestabilidad en la visión de la película por la rapidez de movimientos y se reduce la calidad de la grabación. Pero claro, este es un efecto buscado por el propio realizador. En definitiva una película de mucha calidad y recomendada a los aficionados de las películas de temática policial, con una buena dosis de realidad y acción.