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domingo, 22 de septiembre de 2013

"Funny Games" (1.997)


 Pongámonos en situación. Una familia llega a su casa del lago para pasar sus vacaciones. En un momento dado un joven educado y su amigo aparecen para pedir unos huevos para preparar la cena en casa de unos vecinos. Los acontecimientos que suceden a partir de ese momento harán que la familia hubiera deseado no acudir a su hogar en esos días.
Nos encontramos con una de las mejores películas del director Michael Haneke. Esta producción 100% austriaca es una de las películas más desasosegantes que he visto en mi vida. Bien es verdad, que a primera vista parece que nos encontramos ante la típica película de terror psicológico. Sin embargo no es así. Haneke nos provoca presentándonos el miedo, la tensión más pura y más real que te puedas imaginar representada en dos jóvenes de aspecto normal y ordinario. Sin necesidad de máscaras ni maquillajes, efectos de terror, sustos y sorpresas, el director con el simple uso de la cámara y mediante muchos silencios, primeros planos y sobre todo un guión redondo y a su vez sencillo, consigue que nos resulte difícil seguir mirando a la pantalla. 
Precisamente la simplicidad y sencillez del guión, junto a su particular forma de rodar las escenas, donde las personas llenan la cámara, es lo que produce esa inmediatez del miedo del espectador con lo que sucede en la pantalla. Nada parece tan real y sorprendente como lo que parece que no puede suceder y sucede. Porque hacer daño es fácil, esto es lo que nos quiere demostrar el director. La insensibilidad de los muchachos, el gozo por el sufrimiento infringido a la familia, la normalidad de su anormalidad, esto son las cosas que hacen de esta película un producto que provoca tanto estupor y repugnancia. Con muy pocos medios, con unos espléndidos actores y con una banda sonora mínima, Haneke consigue una película de gran calidad narrativa, que en 1997 consiguió en Cannes el Premio FIPRESCI. Tal fue la conmoción que produjo, que el director decidió realizar una nueva versión americana en el año que cumplía una década, en 2007, interpretada por un jovencísimo Michael Pitt, compartiendo papel junto a Naomi Watts y Tim Roth. 
Una película inolvidable por su frialdad y radicalidad... Incluso su final esta fuera de lo normal, superando cualquier previsión por parte del espectador. En definitiva, aterradora.