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viernes, 3 de enero de 2014

"La vida de Pí"

En el año 2012, el gran tapado de la ceremonia de los Oscar fue el director Ang Lee y su película "La vida de Pí" adaptación del libro del canadiense Yann Martel, en el que se cuenta la vida de un joven indio llamado Pi Patel, que tras vivir en su infancia en su país natal, viaja por mar con su familia y los animales del zoo de su propiedad y naufraga en medio de una tempestad. Sobrevive en un bote y convive en la compañía de un tigre de Bengala durante más de 200 días, hasta que finalmente logran llegar a tierra firme.

Y digo el gran tapado, por que a pesar de se una película rotunda, profunda y bien acabada, no había logrado en los premios previos alzarse con ningún galardón de importancia. Estaba claro que se llevaría los premios de efectos especiales, fotografía y guión adaptado. Pero la sorpresa fue mayúscula al otorgarle el oscar al mejor director, estando en juego directores con películas más de autor y de gran factura, como el caso de Haneke, Spielberg, o Russell y dejando fuera de concurso a Tarantino, Afleck, Thomas Anderson, Bigelow o Hooper. Esta decisión, me parece injustificada, observando el plantel de directores en liza. Pero así es la Academia. Sorprendente e inconsistente.
Hay un factor clave en esta película y es el más importante de todos. Su estética preciosista, casi de cuento, en la que el uso del 3D aporta mucho más de lo que cabría esperar a una película que se desarrolla en su tres cuartas partes en un bote en mitad del océano. La fábula que se cuenta en esta historia se apoya visualmente de manera muy artística y bella, imbullendo al espectador en los sueños y aventuras del protagonista. En este caso los efectos son espectaculares y aportan a la película ese halo de fábula de ensoñación que necesita una historia como esta. La historia juega con la vida del protagonista, su familia y los animales de su zoo, maniobrando entre una búsqueda de Dios y su verdad. Así, Pí se sumerge en las tres grandes religiones, budismo, islamismo y cristianismo, buscando factores con los que quedarse, por el simple hecho de que le gustan o le favorecen según sus manera de ver el mundo. Bien es verdad, que los factores que elige están llenos de bondad, amor y fé. Esta trama inspira el primer tercio de la película y parece que aporta al joven Pí la capacidad y preparación para soportar la aventura que se le viene encima tras el naufragio.
Por otro lado la supervivencia del muchacho en compañía del tigre en el bote, en mitad del océano, juega con la fortaleza de su fe y el simple juego de la adaptabilidad en un entorno desconocido y, a veces, agresivo. El director tiene la capacidad de mostrarnos esta situación solventando los momentos difíciles, casi extremos con una modélica narración preciosista, junto con las mejores y más sorprendentes imágenes creadas hasta ahora en 3D, basadas en la naturaleza y su gran inmensidad y belleza. Juntando todas estas experiencias y edulcarándolas con un mensaje positivo, que seguramente en algunos momentos resulte muy bello, pero también irreal, el director que estampa esta fábula llena de animales y gestos de humanidad, consigue embaucar al espectador en un sin fin de imágenes llenas de gran belleza y espectacularidad. Todo ello para teorizar sobre la necesidad que tiene el hombre para sobrevivir de quedarse con lo positivo, lo bello, lo armónico de este mundo, sin adentrarse en la realidad más cercana y humana de los claro oscuros de la vida real.
Concluyendo, una historia que pretende tener un mensaje, que llega y que tiene su peso, pero que en mi opinión se pierde entre tanta maravilla visual. Poética tiene mucha, pero me da la impresión que termina por regalarnos una metáfora bella, pero perecedera y que, sin embargo, queda en la retina del espectador. También es verdad, que no he tenido la oportunidad de verla en pantalla grande ni en 3D, con lo que el logro del film, en mi caso queda limitado a un guión más o menos solvente y a un metraje algo extenso. De haberla visto en cine, seguro que algo habría variado mi opinión... menos en el injustificable Oscar a Ang Lee como mejor director del año 2012.