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miércoles, 14 de mayo de 2014

"La mejor oferta"

¿Nos encontramos ante una obra maestra o simplemente Tornatore nos ha presentado una película que parece ser, pero no es lo que representa? Cuando terminé de visionarla, me asaltaron grandes dudas sobre si había visto una buena película o simplemente había estado sentado delante del televisor durante dos horas y pico, para descubrir un trampantojo similar al del magnífico salón donde vive la protagonista de la historia, dando la sensación de realidad, de calidad, cuando solo descubrimos un mero velo que oculta una copia, una falsificación, un engaño. Y precisamente, esta es la trama sobre la que disecciona Tornatore toda la trama del film.
La historia nos presenta a un entendido y subastador de obras de arte y antigüedades. Excéntrico, solitario, poco dado a relacionarse con los demás, vive entre la vorágine de grandes y millonarias subastas y mantiene una vida que transcurre entre mesas solitarias, tasaciones impresionantes y un hogar vacío de humanidad, pero lleno de arte e historia. El personaje encarnado por Geoffrey Rush, magníficamente interpretado, no solo se dedica a subastar para terceras personas, sino que además, por medio de un socio, Donald Sutherland, puja habitualmente, de una manera no muy lícita, por retratos femeninos, lo cuales guarda y colecciona con auténtica voracidad en su casa solitaria. Un día, la llamada de una joven desconocida y misteriosa, le propone la tasación de un patrimonio que, ella acaba de heredar. El hecho de no poder ver a la joven, la cual se esconde de ser vista por el marchante, debido a una circunstancia importante en la película, ahoga y rodea en un misterioso halo de suspense y deseo al solitario tasador.
Este es en pocas palabras el argumento con el que el director nos adentra en una película que se acerca en su inicio al más clásico género del suspense de Hitchckok. Tornatore se puede vanagloriar de haber creado un gran personaje en la figura interpretada por Rush. Su papel tiene la capacidad de absorber la atención del espectador, que entre la complejidad de su actuación y la riqueza y fastuosidad de las obras de arte y antigüedades, consigue despistarnos de manera casi aplastante, en la trama planteada. Lo que se presenta en un principio como una película de género, pura, inteligente, elegante y estéticamente muy convincente, termina desvirtuándose ante la calamitosa media hora final, en mi opinión, tramposa, engañosa y decepcionante. Lo que transcurría en un guión medido, pausado y especialmente calculado, de repente se desparrama en un final más propio de una película de suspense de serie B, en apenas treinta minutos, como cuando el agua de un poderoso río, lleno de belleza y grandiosidad, desciende a las profundidades de un abismo al alcanzar, en su cauce, la inevitable caída de una catarata.
Una irregular película, digna de ser vista, por su estética, preciosismo y sobre todo por el trabajo de un portentoso Geoffrey Rush, que juega con un guión, en principio lleno de cualidades, pero que sin remedio termina cayendo en un desencadenante decepcionante. Y vuelvo al inicio de mi reseña, para concluir que nos encontramos con una de esas falsificaciones con las que se encuentra diariamente nuestro protagonista. Una obra, una creación, que aun llegando casi a la perfección de los maestros, no deja de ser una copia, eso sí, con un toque personal, valioso y diferente, pero que no se puede considerar una obra maestra. Esto es lo que en mi opinión, ha presentado Tornatore en esta película. 



   

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