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jueves, 18 de junio de 2015

"The Americans" - Temporada 3

Sigue su andadura con paso firme, esta serie que cuenta la vida y el día a día de una pareja de espías rusos EEUU. En esta tercera temporada, la situación mundial de los años 80, queda reflejada en la era Reagan y en el conflicto soviético en la invasión de Afganistán. Mientras la imagen de la Unión Soviética queda demonizada por la agresiva política del Presidente estadounidense, Elizabeth y Philip, reciben el encargo de evitar la ayuda americana a los muyahidines afganos, así como intentar hacerse con las investigaciones americanas sobre aviones invisibles al radar.
En este marco, las tramas desarrolladas en la serie siguen su camino. Se unen nuevos actores a la serie, como el enlace soviético de los espías en EEUU, interpretado por el siempre magnífico, Frank Langella. Así mismo, Elizabeth y Philip entrenan a un joven sudafricano, para sus labores de seguimiento y espionaje. Mientras que la vida privada del agente del FBI, Stan Beeman se termina de desmoronar, en el ámbito laboral y en sus investigaciones, busca desenmascarar a una traidora rusa, que acaba de pasar a Occidente, todo ello, con la intención de lograr un cambio con los soviéticos para liberar a su amante rusa, Nina Krilova. 
Dentro del ámbito más personal de la pareja de espías, Philip es sin duda quien está pasando un trance complicado ante sus creencias personales y la finalidad de su trabajo. Mientras en los despachos del FBI se investiga una posible filtración, acosando severamente a la ficticia esposa de Philip, Martha Hanson, él mismo tendrá que flirtear con una menor, hija de un norteamericano implicado en las conversaciones con los afganos.  Todas estas dificultades, pondrán a los espías en situaciones de inseguridad y sobre todo de una presión desmedida, aportando a la serie el punch necesario para mantener de manera notable la tensión y el interés necesario.
Sin embargo, la trama principal, planea sobre la hija mayor de nuestra pareja protagonista, Page. Desde Moscú, se sugiere a Philip y Elizabeth que ha llegado el momento de contar a su hija quienes son realmente e implicarla en su misión. Los sentimientos protectores de los padres, la presión a la que se ven sometidos y la dificultad de llevarlo a efecto, es el gran aliciente que aporta esta temporada a la serie. El punto dramático, la fidelidad a la patria, el amor fraternal y el componente político, desequilibran la realidad psicológica de una joven comprometida con la iglesia a la que pertenece, lo que, además no ayuda, a afianzar la confianza en sus padres. Muy interesante asunto, que aporta profundidad a una serie, cada vez más afianzada e adictiva.

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