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jueves, 24 de septiembre de 2015

"El Duelo" - Joseph Conrad / "Los Duelistas" - Ridley Scott


Si bien "Los duelistas" de Ridley Scott era una de mis películas favoritas desde hace muchos años, el texto original en el que se basó el guion estaba pendiente de lectura. Recientemente me he hecho con esta novela corta, de apenas 120 páginas, en las que Joseph Conrad, uno de mis escritores predilectos, plasmó en papel, el permanente duelo por honor, entre dos húsares franceses, entre los años 1801 y 1816, justamente durante el periodo de ascenso, triunfos y caída de Napoleón Bonaparte. No he podido evitar realizar una reseña conjunta de dos obras excelsas, en sus respectivos géneros y por ello, de manera paralela, intentaré analizarlas en dueto.
Empezaré por el relato, escrito por Conrad en 1907. Como ya he adelantado, la trama gira alrededor de un par de oficiales húsar al servicio de Napoleón. El teniente D´Hubert es enviado por su general para detener al teniente Feraud debido a la herida grave producida al sobrino de un conocido ciudadano de Estrasburgo en un duelo. El hecho de que D´Hubert encuentre a Feraud en la casa de una dama muy conocida, provoca en el impetuoso teniente, una ofensa, que aunque difícil de justificar, llevará a provocar un acelerado duelo entre ambos oficiales. A partir de este hecho y en diferentes ocasiones, ambos hombres cruzarán sus espadas a lo largo del Europa, a la vez que Napoleón se hace dueño de ella, hasta su declive y exilio en Santa Helena. Conrad presenta un relato lleno de honor, caballerosidad, disciplina militar y mucho de testarudez, a la vez que remarca, la diferencia de carácter, origen y mentalidad de ambos contendientes. A pesar de la injusticia de la situación, debida al empecinamiento de uno de los oficiales, el honor y la discreción hace gala de ambos. Es curioso el paralelismo de la relación de ambos y el devenir de Napoleón, que aún siendo el fondo la situación de una Europa en guerra, Conrad, de manera magistral es capaz de acercarnos al escenario de las guerras que asolaron el continente bajo la sombra del Emperador. Con diálogos sugerentes y un gran dominio del relato, el autor describe a la perfección los sentimientos de ambos contendientes, ya sea previo a sus duelos, en momentos de los descansos de las campañas militares o en el sublime texto en el que describe la retirada de los franceses en Rusia. En definitiva, un relato que pinta el entorno europeo, mediante los pinceles delicados que describen las personalidades de los dos protagonistas y sus sentimientos ante el honor, el deber y su posición de oficiales de Napoleón y Francia. Una obra, aunque corta, llena de sentimiento, delicadeza y buen hacer.
En 1977, un joven director, llamado Ridley Scott, presentó en el Festival de Cannes, su obra prima, basada en este relato de Conrad. No solo ganó el premio al mejor director novel, sino que comenzó una carrera imparable, situándole entre los directores más reconocidos del último cuarto de siglo. Contó con la participación de dos actores relativamente conocidos, Keith Carradine y Harvey Keitel, ambos norteamericanos. Resaltar, que a pesar de tratarse de una película de corte clásico, la interpretación de ambos es logradísima, a pesar de lo dispar de su origen. Ambos representan a la perfección el carácter militar de un oficial húsar, su honor y deber, así como su confidencialidad en los asuntos que rodean al duelo y su causa, además de marcar perfectamente las diferencias de carácter y sentimiento por la causa que defienden en el ejército. Sin olvidar la diferencia de clase, origen e ideología de ambos, más remarcado en la película que en la novela. 
La ambientación del film, es sencillamente maravillosa, no solo en el vestuario, sino en la utilización de escenarios e interiores. Magníficos. La bso sencilla, pero motivadora y muy acertada con el tiempo histórico de la novela. Pero hay dos factores realmente importantes a la hora de valorar la versión cinematográfica. Por un lado en gran pulso en la cámara de Scott, que es capaz de trasladar a la pantalla, casi página a página las letras de Conrad, adornando cada una de las escenas con paisajes, lugares y ambientes perfectos. Por supuesto, el director se toma la licencia de incluir una pequeña historia de amor de D´Hubert con una "mujer del ejército". Me refiero a las mujeres que acompañan a la armada francesa durante las campañas y se convierten en amantes de oficiales y soldados. Sin molestar en absoluto, este añadido, remarca más si cabe la personalidad del oficial. El segundo gran logro de la película es un extraordinario uso de la fotografía e iluminación, tanto interior como exterior de todos y cada uno de sus planos. Frank Tidy, director de fotografía, enmarca verdaderos cuadros de gran belleza, logrando encuadres tan hermosos como perfectos, sobre todo en sus exteriores. Si a esto añadimos el uso de la luz natural y la conformación de luces y sombras en los planos interiores, conseguimos un conjunto que logran un altísimo nivel técnico.
El conjunto de todo ello, convierte a "Los duelistas" en una perfecta versión de uno de los relatos más conocidos y celebrados de Conrad. Tanto el libro como la película, son indispensables y casualmente se complementan a la perfección, exigiendo a lector y cinéfilo, una lectura conjunta que sin duda, elevará a ambas obras a alturas notables. Imprescindibles ambas.