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martes, 15 de marzo de 2016

"La Pasión según San Mateo de J.S. Bach" - J.E. Gardiner - English Baroque Soloists & Monteverdi Choir

Una de las grabaciones de las que tengo en casa, a la que más cariño profeso, es sin duda, el triple CD publicado en 1987, con la Pasión según San Mateo de Johann Sebastian Bach, en la versión de John Eliott Gardiner. Ver en directo a este maestro de la dirección, junto al English Baroque Soloists y al Monteverdi Choir, era un acontecimiento al que no podía faltar. Por cierto, encontré grandes diferencias en la versión del año 87 y la que se interpretó y pude disfrutar en el Auditorio Baluarte de Pamplona. La experiencia, madurez y personalidad del director marcaron las diferencias de casi treinta años entre ambas interpretaciones. La experiencia resultó sorprendente y altamente didáctica, sobre todo por lo que concierne al director y su manera de entender e interpretar en la actualidad,  la obra maestra de Bach. No por casualidad es uno de los mayores conocedores de sus composiciones. Hace escasamente un año, en mayo de 2015, la editorial Acantilado publicó su libro "La música en el castillo de Cielo", donde analiza la obra del compositor alemán en un vasto ensayo de casi 800 páginas.
Gardiner presentó a los espectadores de Baluarte, una versión altamente controlada y estructurada por sus directas y continuas directrices. A excepción de los dos solistas, el Evangelista y Cristo, a los que el maestro confiaba con cierta libertad, sus intervenciones y la consecución de sus piezas, en general, no había entrada, cambio rítmico o nota que no fuera indicada por el director. Con más bien, un ritmo lento, la obra se desarrolló y manifestó ante el espectador, no como una interpretación teatralizada, en el sentido de demostración de dotes musicales, sino más bien, como una lección del mensaje que Bach quisiera dar sobre la Pasión y Muerte de Jesús al público al que dirige su obra. Con esto quiero decir que la interpretación de Gardiner me pareció más didáctica, más emotiva, más como una experiencia humana, que trasciende lo musical. Por ello, me llamó la atención, sobre todo, la consecución de las arias de los distintos solistas que intervinieron en la velada. Sus versiones parecieron diferentes a lo que hasta ahora había oído. No me sonaron tan cantadas, sino más bien contadas. Los fraseos y las palabras que acompañan las melodías fueron mostradas como un mensaje a trasladar al creyente, en este caso oyente, que en origen, acudía a la iglesia en Semana Santa. 
Esta interpretación obliga al espectador a analizarla y a escucharla como un conjunto cerrado, independientemente de las intervenciones unilaterales de solistas, coro y orquesta. Aún así, vayamos por partes, en lo que a esto respecta. Tanto el tenor Mark Padmore, en su papel de Evangelista, como el barítono, Stephan Lodges, en su interpretación de Cristo, estuvieron  notables, especialmente el primero, con una presentación clara, bien fraseada y en algunos momentos, brillante. El Monteverdi Choir, resultó en conjunto un coro lleno de voces jóvenes, entre las cuales, percibí cierta falta de potencia en los bajos, pero en conjunto y a pesar de carecer en algunos momentos, en mi opinión, de cierta rotundidad y volumen, culminaron una velada correcta. Reseñar el acompañamiento y buen hacer, al inicio y final de la obra, de la Escolanía del Orfeón Pamplonés. Respecto a los intérpretes solistas del coro, me remito a la juventud de casi todos ellos. Su buen hacer en la técnica suplió algunas carencias en las voces, que no creo dignas de mención. Finalmente la orquesta, mejor dicho, las dos orquestas en las que se dividió en el escenario la English Baroque Soloists, uno de los grupos referencia de la música antigua en el mundo, interpretó con detalle, gusto y elegancia una gran Pasión instrumental. En mi opinión, junto a Sir John Eliott Gardiner y el tenor Evangelista, lo mejor de la noche.
Por concluir, repetir que la Pasión que disfruté en el Auditorio Baluarte de Pamplona, resultó una experiencia diferente por su desarrollo e interpretación. El alma y la personalidad de Gardiner se desbordó en las indicaciones y en la dirección de la obra, marcando su referencia musical en total armonía, a lo que podría haber sido el espíritu original de Bach y su obra. Como dice él mismo en su libro... "Mi propio enfoque se basa en la convicción de que se puede lograr una negociación entre la acción y la meditación, no mediante la sustitución de un conjunto de rituales por otro, sino a través de un considerado despliegue de las fuerzas musicales en el seno de  una iglesia o una plataforma de conciertos". Una velada emotiva, cargada de la personalidad de Sir John Eliott Gardiner, y por ello, memorable. 



  


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