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martes, 7 de marzo de 2017

"El guardian invisible"

Antes de empezar y sobre todo, avisar que no he leído ni el primer libro ni ninguno de los que conforman la trilogía escrita por Dolores Redondo en la que se ha basado esta película recién estrenada en los cines. Por lo que me entenderéis cuando os digo que mi reseña va a ser mera y directamente referida a la película. En todo caso al final de la misma explicaré algún punto que frente a mi desconocimiento de la novela, comenté con Natalia, mi mujer, quien sí la ha leído y por lo que sé, también la ha disfrutado.

Respecto a su trama, ya es de todos conocido, que se ambienta en un pueblo de Navarra llamado Elizondo, donde aparece el cadáver de una adolescente en extrañas circunstancias. Amaia Salazar, inspectora de la Policía Foral es la encargada de investigar el caso, ya que ella es oriunda de la zona y conoce el entorno y a sus vecinos. Poco a poco, mientras escarba en su pasado y el de su familia, la investigación va centrándose alrededor de un asesino metódico y múltiple, que se mimetiza con un paisaje tan montañoso como mágico, lleno de mitos y tradiciones ancestrales, en los que la montaña, el valle y las incesantes lluvias, cobran protagonismo junto al propio Elizondo. El director, Fernando González Molino, se acerca con buen pulso a la trama principal de la película, presentando a sus dos protagonistas con una gran peso presencial en la pantalla. Por un lado la inspectora Salazar. Por otro el Valle del Baztán, donde se encuentra Elizondo y donde suceden los hechos y la investigación.
Marta Etura interpreta a una mujer de perfil serio, parca en palabras, observadora y especialmente comprometida con sus casos. Casada con un norteamericano, trabajó con el FBI en EEUU tras huir de su pasado familiar, del que iremos conociendo escabrosos detalles durante el metraje de la película. Singularmente, la trama de su pasado familiar tiene un gran peso en el perfil del personaje y el caso. Esto resulta muy positivo a la hora de reconocer a la protagonista, en sus fortalezas y debilidades. Su personaje resulta robusto y compacto ante el espectador, en absoluto plano, ya que goza de claros oscuros y su carácter impera en la investigación de los asesinatos. Marte Etura cumple bastante bien su papel, aportando presencia y personalidad propia a su personaje. El segundo protagonista es el Valle de Baztán. Absoluto y omnipresente, sus robledales y hayedos, la profundidad de sus bosques, la niebla casi perenne y la inmensidad de colores, contrastada con la continua lluvia que cae en la zonas, hacen de su presencia algo tan necesario como indispensable, para facultar el guion y el escenario perfecto, aportando al paisaje del aporte de misterio necesario. En este aspecto la fotografía y montaje resultan notables.
Respecto al desarrollo de las tramas, la personal y la de la investigación, avanzan paralelas a buen ritmo, aportando el suspense necesario para no perder el interés por la película. Quizás hay dos momentos en los que, intuyo por necesidad de aclarar el guion y no ralentizar la investigación, se presenta al espectador un diagnóstico criminal y psicológico del caso excesivamente impostado y casi dictado. Es un factor que chirría un pelín con el trascurso del guion, por lo general bien construido. Por lo demás, la presentación de los personajes resulta clara en su premisa y suficientemente interesante en algunos casos, como para aportarles un halo de misterio muy jugoso. Sobre todo me han llamado la atención el buen hacer de unos siempre convincentes Elvira Minguez y Frances Orella. Insuperable el pequeño papel de un gran Ramón Barea. Natural y convincente como un excomisario de la Policía Nacional. El debutante Juan Carlos Librado "Nene", sin resaltar, cumple como el policía foral compañero de Amaia.
Aquí es donde regreso al principio de mi reseña para retomar el asunto de que no he leído el libro de Dolores Redondo en el que se basa la película. Y es que había un asunto al que no dejaba de dar vueltas al salir del cine. Si no lo sabéis os lo adelanto, en estas novelas de misterio ambientadas en Elizondo, existe un trasfondo mítico y de leyenda. Las tradiciones mágicas de la zona imperan en el subconsciente de los habitantes del pueblo. Según me comentó mi mujer Natalia, este trasfondo, sobrevuela continuamente la novela, de una manera intuitiva, jugando con las sombras de un paisaje misterioso y en las leyendas que se cuentan de padres a hijos. Precisamente este misterioso entorno mágico aporta, también en la película un escenario acorde a los asesinatos. Pero la cuestión es que me parece que esta aportación en la película resulta demasiado obvia, demasiado física. Creo que en el caso de la película resta misterio, acercándose peligrosamente a lo sonrojante... ¿Era necesario modificar una creación casi invisible, como dice el título de la novela y película, en algo tan visible? Creo que no. Ustedes decidirán.
Por lo demás la película cumple su cometido. Entretiene, mantiene bien el suspense y contiene una buena estructura y argamasa policial y de investigación que liga muy bien con el infierno interno de la protagonista y el pasado de su entorno más cercano y familiar. En el fondo, esto es lo que más me ha interesado del film, más allá de la peculiaridad del caso del asesinato y su investigación.