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lunes, 4 de septiembre de 2017

"La Isla de las Sombras" - Juan Luis Gomar Hoyos

En plena Guerra del Peloponeso, Atenas vive un momento de gravedad estratégica frente a Esparta. Mientras algunos atenienses buscan expandir la larga sombra ateniense por occidente, allende el Mediterráneo, otros proponen llevar la guerra a territorio enemigo, situando un puesto avanzado en algún lugar de la costa, en territorio espartano. Las circunstancias harán que ambas apuestas se alíen en una misma misión, que si bien parecía que iba a ser protagonizada por una gran expedición de ayuda a una ciudad aliada, cierta pequeña isla en la costa de Mesenia, centrará uno de los episodios más sangrientos y épicos de la guerra. Su nombre, Isla Esfacteria; lugar, Bahía de Pilos. Gloria, piedad, honor, crueldad, sangre y fuego, protagonizarán el enfrentamiento a muerte entre ambos pueblos. La victoria pertenecerá a un solo bando, pero la gloria será igualmente compartida por unos y otros, para mayor honra de algunos, pero también para mayor deshonra de otros.

Juan Luis Gomar reconoció en la presentación del libro, realizada en el último encuentro hislibreño celebrado en Madrid la pasada primavera, que tenía el esquema y la estructura de su novela guardada en un cajón de su casa desde hace años. Al ganar el concurso de relatos de Hislibris del año anterior y buscar un argumento para el libro que la editorial Evohé le iba a publicar, no dudó en recuperar el manuscrito. Según comentó, hace años, leyendo a los clásicos, le llamó la atención la batalla que tuvo lugar en la Bahía de Pilos y en la Isla Esfacteria. En aquella ocasión, cuando la flota ateniense divisó aquel lugar de la costa en territorio espartano, decidió situar y fortificar un peñasco solitario con un pequeño contingente de hoplitas con el que provocar la insurrección de los mesenios en contra de los Esparta. Mientras la flota se dirigía al norte, los espartanos bajo el  mando del rey Agis afrontaron el asedio de este pequeño pero bien defendido fuerte, en lo alto de la Bahía de Pilos. La flota espartana hizo acto de presencia planteando muchas dificultades a los atenienses. Sin embargo y a merced de una de esas circunstancias que cambiaron la suerte de una batalla, los atenienses toman la iniciativa, derrotan a la flota enemiga, iniciando el asedio de la Isla Esfacteria en la que cuatrocientos hoplitas espartanos se deberán enfrentar a su adversidad, afrontando morir por honor en una situación en franca inferioridad.

El autor, en apenas trescientas páginas, plantea al lector los días, las batallas, las asambleas, los discursos y encuentros que atenienses y espartanos, compartieron y batallaron, en una lucha casi épica. Su manera de contar nos arrastra irremediablemente al frente del choque de escudos y al enfrentamiento entre los hoplitas de ambas partes. Encontramos grandes choques entre las flotas de ambas polis, intentos de superar las murallas defendidas por unos y pequeñas batallas al pie de las playas, en las que una fina línea de escudos y lanzas enfrentan a unos pocos contra unos muchos. Sin embargo, este libro demuestra lo fácil que es que las tornas y suertes de una guerra, cambien a favor de uno y otro de los contendientes, como sucede cuando el más pequeño cambio de la más mísera circunstancia, decide la batalla en apenas un lapso de tiempo. El autor se mancha y se acerca a la arena de las playas, o a lo alto del muro erizado de lanzas, o a bordo de las naves dispuestas a destrozar a su contrario, con una franca realidad de la dureza, suciedad y cercanía a la muerte en batalla. Y lo describe con una redacción directa, pero respetuosa con los clásicos griegos, con una manera de entender y trasladar un periodo de tensión no solo militar, sino también diplomática y estratégica en la antigua Grecia. Y además lo hace con gran elegancia y efectividad. El lector es capaz de situarse no solo en las circunstancias de una guerra, sino también en la realidad política de dos enemigos, en los que el sentimiento de honor y  venganza, buscan un equilibrio en el que el soldado a pie pagará con sus sangre, sudor y lágrimas, los deseos y designios de sus líderes.

Sin lugar a dudas, espero que Juan Luis tenga más manuscritos como este escondidos en los cajones de su casa, por que sin duda alguna, tenemos entre nosotros un fantástico novelista y espero que no ceje en contarnos historias, plenas de sentimiento, gloria, honor y alma...

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